viernes, 17 de junio de 2011

El marciano detrás de La Mosca



David Galliquio es uno de esos sujetos de mala estrella y mala sangre, que se saben marcianos y a quien las circunstancias le han enseñado que la vida no siempre es justa (menos cuando el oficio que amas es una clara invitación al suicidio por lo poco lucrativo que resulta). A simple vista pareciera que su destino está marcado por la mediocridad pero los comics que hace no son nada mediocres, aunque en las historias sus personajes vivan como marginales (ignorados y ninguneados por la sociedad) y alegres se entreguen a los vicios más bajos.



 

Lo conocí de casualidad en El Averno del Jirón Quilca, ese punto de encuentro para manifestaciones artísticas y contraculturales. Había llegado de pasada y de puro curioso, cuando fui a buscar unos libros. En el local estaban tocando un par de bandas locales, luego hubo una feria de fanzines (el precio de cada uno oscilaba entre 1 sol a 2 soles) y otros artículos como pines, discos, polos, pósters y demás chucherías. Lo primero que hice fue ojear los cómics. No era el único, unos chibolos se recomendaban comprar La Mosca porque, según decían, era la cagada. A un lado de la mesa que ofrecía este fanzine, una flaca con voz ronca se vacilaba, china de risa, con La Mosca entre sus manos. Era la única entre todo el público que se reía a carcajadas; probablemente estimulada más por los bates de marihuana que se había metido que por la historia en sí (aunque el fanzine era tan gracioso que cualquiera se hubiese cagado de risa como lo hacía la flaca). Un desconocido, que respondía al nombre de Korki (no miento) se me acerca y me hace el habla. Me dice que él está en la historia y, orgulloso, señala con su dedo un dibujito al que los demás personajes lo agarran de lorna.



Entonces lo vi a David Galliquio, un adolescente de treinta y picos de años con chaqueta de cuero, zapatillas North Star, lompa jean y gorrita con el logo de New York. Varios se acercan para darle palmaditas en la espalda, felicitarle por el éxito de La Mosca y decirle cuándo les había gustado, y David, con una timidez natural, da gracias a cada uno, asiente con la cabeza y confiesa que su madre también piensa lo mismo de su trabajo.


David Galliquio es un conocido historietista dentro de la movida del cómic perucho. Aconseja a las personas que dibujan y que les gustaría hacer cómics, que no se hagan ilusiones, que nada será fácil porque no existe una industria del cómic en nuestro país. “Tiene que gustarte para dedicarte a este arte y si éste es tu caso, tienes que lucharla. Pero si no te gusta, mejor no lo hagas”.

Ha trabajado como colaborador de los fanzines 'Heridita', 'Esa gente', 'Larva' (de Colombia). Y también en las revistas 'Crash Boom Zap', 'Moko' y 'Carboncito'. Luego apoyó, en forma especial, con la portada del último disco de Psicosis. Gracias a la visión que tuvo la editorial Contracultura que apostó por su trabajo, David ha sacado su libro 'Lito el Perro', una compilación de pequeñas historias (por cierto, es diversión garantizada a sólo 15 soles).





Su estilo es descarnado, visceral y cuasi iconoclasta. Los temas más recurrentes en su obra, y que algunos de ellos a la vez fuertes fijaciones del autor, son el sexo, la soledad, la pobreza, las drogas, la mediocridad, la discriminación, el racismo y la injusticia. A muchas personas les podría gustar o no, les podría parecer gracioso o vulgar; pero el cómics como tal es un mero instrumento que utiliza David para exorcizar su propios fantasmas, sus preocupaciones más íntimas, y también es una ventana abierta hacia su mundo, el mundo del marcianazo David Galliquio, el creador de La Mosca.
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