domingo, 20 de diciembre de 2009

:: La marca ::


Marisol es encantadora, tan alegre como pocas personas. Es lindo verla sonreír y hablar mientras mueve las manos. Es curioso decirlo, y tal vez no debiera, pero empiezo a sentirle la niña traviesa que ella intenta esconder detrás de poses de señorita bien. Ahora se le nota mucho más que antes. Sin exagerar, soy el primero en conocerla así, tanto como a mí mismo. Una de las cosas que hace y que más me gusta, es cuando juega a llenarme de besos y cuando dice que se le antoja morderme los labios. Me gusta también cuando, por momentos, se le desata la loquita que lleva oculta.





Esta tarde me la he pasado frente al espejo examinándome minuciosamente. En el cuello me ha aparecido una mancha rojiza que no quiere quitarse ni con nada del mundo. Es muy visible y está demasiado arriba para taparla con alguna camisa o polo cuello sport. Entonces, un poco preocupado; o mejor dicho, evidentemente desesperado, gasto tiempo inútil buscando la mejor forma en ocultar la marca del delito, la huella de su beso violento. Estaba descartando posibilidades cuando mi madre, que había estado observándome por un buen rato sin que yo me dé cuenta, exclama escandalizada:


–Y tú, otra vez vienes marcado –dice, mirando mi pescuezo y moviendo su cabeza en actitud reprobatoria- Qué es lo que tienes en la cabezota, muchacho del demonio. Ni siquiera cumples los 18 y te crees que es bonito venir con semejante adefesio. ¿Dónde andarás, pues? ¿Con qué vampiresa te estarás metiendo?, ¿Habla, te ha comido la lengua el ratón?


No supe que decir y ¿qué podía decir o inventar? No, mamá, estaba yendo al cole y me atacó un animal salvaje. Mejor callarme y no decir alguna salvajada que empeorase la situación. Es triste y duro no poder defenderse cuando sabes que la culpa es tuya y nadie puede cambiar eso.


Mi viejita no fue la única que se dio cuenta. Jazmín, mi amiga, también lo notó (en realidad ella fue la primera persona que lo notó). Me la había encontrado en la mañana, esperando carro en el paradero. Estuvimos hablando de lo más normal hasta que me sorprendió con su pregunta:


– ¿Qué te han hecho en el cuello? –dijo, riéndose.
– ¿Qué cosa?
– ¡Te han hecho un chupetón! –respondió, sin parar de reírse–. Sebastián, ¿tanto así?
– Pucha, ¿de verdad?, ¿se nota? –dije, mortificado.


No fue un buen día. Justo hoy todo el mundo se ha cruzado conmigo y eso, empiezo a creer, no es pura casualidad. Debe ser sencillamente causa-efecto (quien obra mal obtiene mal y viceversa),  la ley de la causalidad que me va enredando el paso, poderoso, invencible. Pero a mí nunca me gustaron ese tipo de rúbricas en el pescuezo. Siempre me parecieron de mal gusto, innecesarias, culposas, antiestéticas. Recuerdo que alguna vez prometí que nunca más me permitiría ese tipo de cosas. Pasó el tiempo y… no me enorgullece decirlo pero, después de todo, no pude cumplir mi propia promesa.  No soy perfecto, nunca lo fui. Me consuela saber que nadie lo es.  Es por eso que a Marisol le perdono ese tipo de accidentes. Y es por eso que la seguiré viendo (como hoy en la noche, en el mismo lugar) aunque luego tenga que pasar aprietos e inventar cualquier excusa y tonto me sonroje, frente a los demás, por esas pequeñas travesuras suyas. Sus lindas diabluras.




4 comentarios:

Garibaldo dijo...

Que atrevido, que descaro, que sinico, pero que pasion, y que importa, al fin y al cabo siempre sucede lo mismo, las mismas mentiras, el mismo temor, pero la aventura, el momento de sus labios en tu cuello, o la parte de tu cuerpo que sea, ese momento vale mas que todas las consecuencias...eso es de maravilla...procura que la marca no quede tan arriba, igual lo puedes disimular...y si la proxima vez puede ser en la mano, o la pierna, o la oreja???

Anónimo dijo...

Me parece muy interesante la forma en que lo describes,me gusta tu estilo por que realmente haces vivir esas emociones escribes en el texto al lector.

Es algo cotidiano,que a cualquiera le puede pasar,pues son detalles que a veces pasa por desapercibido con esta nota tendre mas cuidaod ajajja en serio. felicitaciones amix... pero sinceremnte podrias escribir algo con referente a alguna rubia te lo agradecere...
pues vas mejorando mucho en tu redaccion ... amix una ves mas felictaciones....

valery dijo...

mmm me gusto mucho, no suelo leer muchos blogs pues el aburrimiento me invade rapido pero tu cuento logro retenerme hasta el final, muy bueno y mmm felicitaciones

significante dijo...

HABER, conociendote tus dotes de escritor y que son rencor sacas palabras de mario vargas llosa, como en su libro el elogio de la madrastra, que paladin para escribir esos renglones, que satiro, y mas aun si son ocurrencias vividas o soñadas.